Con una sensación térmica de casi 40º, la ciudad ardía. Los edificios y calles de Buenos Aires se convirtieron, con el pasar de las primeras horas de la mañana, en un gran horno de cemento. ¿Qué se podía hacer en un día como éste?, nada menos que aceptar una invitación de este tipo…:

El río y yo. Río de la Plata. Domingo 29. 17 hs.

La brisa se dejaba respirar, mientras que los relajados navegantes se paseaban perezosos en sus embarcaciones de diversos tamaños. Yo, miraba el cielo…


Nos quejamos… nos quejamos, pero… a veces la vida también se deja disfrutar.

 

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